Llegamos a fin de año y es tiempo de reflexionar, de mirar con templanza todo lo que ha pasado, de empezar a agradecer:
Gracias al Señor porque nos llama, nos espera y sobre todo nos acompaña en nuestro andar.
Gracias a nuestras familias que hacen tanto; con pequeños grandes gestos hacen posible que podamos vivir esta experiencia hermosa todos los fines de semana.
Gracias a nuestras comunidades, desde sacerdotes que nos dan fuerzas para seguir y no dejar, amigos que alientan nuestra peregrinación por este mundo.
Gracias por rezar por cada intención, por mantener este lazo, que es comunidad viva.
Los invito a elevar la siguiente oración:
Señor,
Gracias por tantas personas que has puesto en mi camino.
Gracias por su presencia
Que me ha permitido crecer.
Gracias por sus enseñanzas,
Que me han ayudado a vivir.
Gracias por su recuerdo,
Que me devuelve la tibieza de su abrazo
Y me susurra al corazón
Que cada uno de ellos
Fue un pequeño espejo
De tu gran amor.
-Que así sea-
¡Mil Gracias! ¡Felicidades!
